Ha llegado la hora del tiempo exacto,
la luz incandescente y las sombras te delatan
mientras el frío otoño avanza por las grietas
de la ausencia disimulada.
Sospecho que estás sola
en un lugar por alguna causa
y que una de esas causas se transforma
en mi pequeña esperanza.
Creo que a escondidas recitas mi nombre
asomada a la ventana
aquella la que mira al mar,
sugerente de espuma y blanca playa.
Sueño con tenerte
algún día, alguna mañana...
Jugando a la sorpresa de la vida
encontrarnos casualmente
para hablar de lo que nos pasa.
Horas y horas en otro tiempo,
tal vez el que viene,
infinito,
y despertar juntos como si nada...
Tus ojos negros y tu piel,
tu cabello de chocolate, tu aroma,
tu cuerpo sobre la cama.
El ruido de un tren y la magia,
Tal vez debí cuidarte
como se cuida el alma,
tal vez fui cruel
al no ser ese a quien esperabas,
tal vez, tal vez,
tal vez debiera desaparecer
como las estrellas en esta noche nublada.
Triste este saber
que la mezquindad del reloj
el tiempo exacto nos marca.
Tu tan joven y yo imaginando que pasas,
mi corazón me dicta lo que se
y mis manos se niegan a hacer
el garabato que mi boca calla.
Sin embargo hoy escribo
de aquel pasado que se fue
de aquella mujer que nunca dije
y que yo tanto amé.