Siempre busqué en tu mirada
la honestidad y el respeto,
me pareció que mostrabas
un pensamiento discreto.
Más a pesar del empeño
que le ponía a esta acción,
por la actitud de tu ceño
no pude ver la traición.
Pero ello no logró mi enojo
ni me dio estupores fríos;
si misterio había en tus ojos
... gran secreto había en los míos.
Por fin esta situación
me hizo ver la realidad
y soy quien pido perdón
por mi inmoral deslealtad.
Jorge Horacio Richino
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