No mires atrás
si solo te llevaras
el abrigo de mis soles
en tu manga.
Razgame el alma
solo si te quedaras
para luego poder repararla.
No enclaustres
su falsa calma
en errores de distraidos
tu error es asumido
antes de que el número tres
se haya vuelto tu coartada.
Tú me llenaste de palabras
que una a una arrojaste al vacio
algunas lograron salir del abismo
para poder herirme como inmortales.
Brillantes estrellas caen como fugaces
regalando deseos que al soplarlos
en mis manos se deshacen.
Ceguera temporal
que no me permitió dilucidar
que te cruzaste en mi destino
con tus zapatos sucios
aquella primera vez
con un disfraz de asesino.
Claudia Viviana Molina