Pasé años intentando agradarte,
con cada decisión,
solo logré decepcionarte.
Con tus palabras
causaste en mí
un daño irreparable.
¿Qué te costaba amarme?
Como imbécil,
en veinteañeras salgo a buscarte;
exigiéndoles lo que no supiste darme…
¡Ojalá fuera esa mi amargura!
Pero no es esa,
sino que he caído sobre la misma tierra.
Al igual que vos,
soy una mierda;
manzana de tu árbol,
fruto de tus maltratos,
patrón que por cobarde no acabo.