Ya no se me pega el polvo en la humedad de mi rostro,
aquella humedad que me dejaba el llanto,
y que nublaba mi vista,
dejándome el rostro sucio,
Por que mis lágrimas, ya no existen.
Tú hiciste el daño y yo pagué por ello,
¿No es eso una ironía?.
por mucho tiempo fui tuyo,
pero tú núnca fuiste mía.
Núnca pensé que hubiera despedidas dulces,
en mi vida; ahora se que las hay:
cuando le dije adiós a mi rostro sucio,
para ahora, tener otro rostro:
¡El rostro limpio. No más lágrimas !
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Autor:Bernardo Arzate Benítez