El alba sonríe con sus labios color rosa
a la flébil noche que en azul ocaso muere,
el arrebol de su ígneo rostro emular quiere
el vivo carmesí de la rosa primorosa.
Carmines y oros son sus alas de mariposa,
de la noche el rocío sus lenes rizos hiere,
cariñosas sensaciones al nacer prefiere
cuando la sedosa aura besa su piel melosa.
En el éter se expanden los rayos de la aurora
que con su fulgor hienden los cristales del río.
En la dulce alborada se sublima el rocío
de las sutiles rosas con su luz cegadora;
sus fragancias aspira mi sosegada alma
en un arpado amanecer de sublime calma.