galision

Un Maestro

 

Tengo un maestro que me enseñó a amar;

A desechar el rencor y el odio.

A llorar con los tristes y  amargados.

A caminar en los senderos alegres,

De los triunfos y victorias de sus vidas.

Me enseñó el abrazo lleno de calor,

Y la sed de afecto que llena el alma.

Me enseñó a mirar el alma de mis amigos.

Contar a  todos que el cielo le espera;

La gloria eterna de la Salvación.

Maestro que aun me espera

Al final de mis días; ya sean largas

O cortas de años.

Yo se que mi maestro vive y reina.

“Yo sé que mi Redentor vive,
Y al fin se levantará sobre el polvo;

Y después de deshecha esta mi piel,
En mi carne he de ver a Dios”;(Job 19:25).

Mi maestro me sigue enseñando;

Sigue guiándome, perdonándome,

Aplacando mis debilidades y a pisar fuerte

Al anunciar su eterno Amor.

¡OH. Maestro. Me enseñaste amar.

Aunque no podré emularte en todo,

Tienes misericordia y por eso

Prolongaste tu misericordia sobre mi!