Aún creo verla sentada
En el desvencijado sillón de mimbre
Parece buscar en el viento
Las fuerzas para seguir adelante
Tiene la mirada perdida en el tiempo
Como reprimiendo sus ansias de levantarse
De trabajar, de servir, de enseñar.
Sus manos ya casi secas aún querían construir.
Ahí estaban sus pecosas manos
Como hojas que lentamente se van secando
Ésas que me alimentaron y curaron
Que me consolaron cuando estaba afligido.
Como al llegar la negra noche
Tristemente se muere la tarde
Así su luz se fue apagando lentamente
Como estrella que se funde en el espacio infinito.
Un día cerró sus ojos
Para no volverlos a abrir jamás
Fue como el epílogo del libro de su vida
Cerrando una historia de amor infinito.
Gruesas lágrimas golpean mis ojos
Que al resbalar queman mis mejillas
Porque pude decirle cuanto la amaba
Pude besar sus manos y acompañarla
Pero la calle y los amigos pudieron más.
Hoy mis llantos no tienen sentido
Las flores no tienen color
Solo pesares coronan mi dolor
El tiempo borró lo que pude haberle dado.
Lima. 10 de mayo del 2019