Ciudad de los cien palacios
Ciudad donde yo nací,
donde crecí día a día
viendo la sal y la vid
entre perfecta armonía.
Hoy me pongo a recordar
los sueños de mi niñez,
estando ya en mi vejez
con absoluta bondad.
Y no me puedo olvidar
donde vivieron mis padres,
en esas casas tan grandes
que existen en mi ciudad.
Fueron momentos gloriosos
cuando allí las levantaron,
y entre su arena clavaron
sus cien palacios preciosos.
De tu sierra le sacaron
las piedras que ellos lucían,
y fueron de Andalucía
las manos que las labraron.
Forjas de rudos herreros
adornaron sus balcones,
porque fueron sus doblones
con que pagó sus dineros.
Doblones de plata y de oro
millonaria a ti te hicieron,
que los barcos te trajeron
acumulando el tesoro.
Tesoro, hermoso tesoro,
dónde quedó tu hermosura
de esas hermosas figuras,
palacios con buen decoro.
Hoy no tiene mi ciudad
la elegancia de otros tiempos,
ni palacios como templos
que se puedan admirar.
Paseándome por ella
me entran ganas de llorar,
escuchando su pesar
diciendo que no es tan bella.
Aunque se caigan a trozos
y te quedes sin palacios,
iras creciendo despacio
pero cubierta de gozos.
Porque te quedan tus playas
sin que nadie se las lleve,
tu sal blanca como nieve
y tus lindas atalayas.
Y tus hijos que crecieron
para poder defenderte,
aunque te estén dando muerte,
porque en tu tierra nacieron.
Menesteo