Leo cuanto puedo para distraerme.
Los números se clavan con violencia
apuñalando mi cerebro.
La maldita voz retumba en mis tímpanos
y los destruye.
En ocasiones se ve opacada por el recuerdo inevitable.
Inevitablemente hermoso
inevitablemente nostálgico,
siempre mágico.
Nada me importa más que hacer el recorrido
así que yo estaré esperando
por las siglas de los siglos
que nos amemos por siempre.