Llueve, mis manos se mojan,
como tus ojos, como tus hombros enmudecidos gota a gota.
Te miro, me miras;
caemos en el juego.
Te giras y te toco el hombro húmedo, me acerco,
huelo tu pelo y tu piel;
sigue lloviendo, mis sienes tensas te han mirado.
Llueve, todo mojado;
mis ojos, tus ojos.
Son tus ojos flores de la tierra,
es por eso que te huelo, te observo libremente.
Te miro y veo el beso reflejándose en tus pupilas;
te he visto, lo sé.
\'\'Te he visto\'\', me digo siempre.
Sigue lloviendo y nosotros calados hasta las entrañas no nos movemos.
Fijos, inmutables como versos en el tiempo.
Hemos visto el Sol dolido, lo hemos ignorado,
y ahora caída la noche contra nuestros cuerpos
nos sentimos invencibles.
No sé quién eres y menos quién soy yo,
pero te he visto; me lo digo una y otra vez.
Te he visto de noche, te he besado,
he tornado mi vista al cielo y me ha parecido pequeño.
Todo oscuro, menos tú;
todo lluvia, como tú, empapándome;
todo claro como tus ojos, como tú.