Quisiera dibujar en la pizarra,
con el polvo de la tiza tu sonrisa,
cerrar de par en par esa ventana,
e impedir que se borre con la brisa.
Cincelado en ese rostro la alegría,
si por ventura se abriera la ventana,
la magia de los vientos lograría,
desviar ese airecillo hacia una altana.
Concluido el boceto de tu cara,
contemplo asombrado su belleza,
puede ser que su embrujo me cegara,
evitando observarlo con pureza.
Fascinado por la magia del dibujo,
me apresuro a seguir con otros trazos,
es posible que al final con el embrujo,
el autor acabara entre sus brazos.
La mirada de la imagen parpadeaba,
con el pintor parece simpatíza,
con sus ojos simulaba que observaba,
su sonrisa ya no era la de tiza.
J. Piñeiro