Se me quedó la libertad en tus brazos y la sonrisa en esos labios.
Olvidé mi vestido azul y mi collar de plata. Dejé mi mar en tu mirada.
Devuélveme mi botella de agua, tengo seca la garganta. Bésame.
Recuérdame por qué te quise. ¿Quién acompañó mis mañanas negras?
Llévame de la mano hasta la playa, nada conmigo hasta el anochecer.
Recoge mis palabras sanas mientras suena el despertador.
Llámame cuando termines de irte para que te pueda salir a buscar.
Déjame pensar que no estoy muerta, aunque ya no pueda respirar.
Retira mis pies de la almohada, aunque es duro caminar.
Tendré callos en la piel y fantasías en la cabeza,
pero siempre te seré fiel aunque creas que soy arena
y tu el sol que me ha quemado por haberme cerrado la puerta.