Los años me cayeron encima,
cómo si del cielo me vinieran,
sin que yo siquiera los buscara,
sin que yo tan solo los pidiera.
Lo malo, que no llegaron juntas
como comienza la lluvia en mi,
de poco a poco y de gotas a gotas,
sino todas ellas juntas sobre mí.
Dirán: no me fijo cuando salgo.
Pero cuando me di cuenta, llovió,
y muchos de los años vinieron,
como queriendo decirme algo...
Luego las gotas ya no volvieron.
El cielo sin goteras. Sin viento.
Y las voces se fueron callando.
Y las hojas se dieron al vuelo.
Pero dirán que yo no me fijo.
En la noche, los perros ladraban,
me asomé pa ver que pasaba,
y nada y nadita pasaba.
Pero entonces, cayeron en mí
los años encima. Nada pasó.
Luego mi callada voz empezó,
y los perros ya ni querían ladrar.
Y dirán que ni me asomaba,
donde los perros aún no aullaban.
Pa qué salía, si naide tocaba.
Al fin, las mismas cosas pasaban.
Y así cuando me cayó la lluvia,
las gotas me llenaron de años.
Ya no quise salir. Pa qué, sueños,
si siempre viene la misma lluvia.
g="ES-MX">Y luego me di cuenta que naiden
se quería mojar. ¡pa qué!, mejor así.
y sin darse cuenta de las gotas
que de más allá, corriendo vienen.
Mejor, como nos viene la vida
y sin los ojos para arriba,
pa no ver las gotas que se avientan,
una a una sin parar. Muy sentida.
A mí, me cayeron de repente
sin que el cielo me dijera: ¡va!
tan sólo las dieron de repente,
y sin que yo las quisiera tomar