Mallez

A mi madre

Bendigo tus manos llenas de ternura

y del mucho fruto con sabor a alegrías

que me dieron en caricias tu alma pura

y tu corazón que sobre mí vertías.

 

Oh! Amor infinito, fémino amor pleno.

Sobre tus rodillas, sobre tus faldones,

déjame dormir y descansar sereno

mientras compasiva muestras tus perdones.

 

Ya la vida corona tu par de sienes.

La noche que oscura tendióse en tu pelo

empodera los años que ahora tienes

y son blancura de amor, luz de desvelo.

 

Después de Dios, en su ágape y tan fecundo

poder para dar vida de día en día,

no hay virtud tan gratificante en este mundo

que tu amor de madre, amada madre mía.