POEMA -y- Rapsoda: JOSE GRIMALT
MEMORIA:
▶Cuando allá por el 2016, me percate que si estaba perdido no bastaba con la actitud de querer crear o trabajar constantemente pintando, si no que necesitaba “inspiración externa” y no tenía idea de cómo atraerla hacia mí, así me busque un entorno agradable y propicio para estimularme, y hallé en mi estudio, una vivienda para mí solo, y claro para un millón de cajas llenas de todo, y trastos, pero era solo mío.
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▶Pero ese plus de inspiración a través de la luz, efecto lumínico que estimula a cualquier artista no vasto, necesitaba más y más así que compartí inteligentemente dos opciones, la filosófica y la laboral, en memoria de aquel día que mi amante se me presento, y juro que fue real, no en valencia no con los preparativos de un gran lienzo, si no en Bejis, un pueblecito de Castellón y de un cuaderno A4, y sus lápices acuarelables.
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▶Todo el tiempo antes de decidirme acometer mi dibujo era miedo, he de decir que llevaba casi cuatro años sin crear arte, sin sentirme auténtico artista de cuerpo y alma, así que con esa premisa de sentirme inútil sin saber cómo iniciar algo que nunca en mi vida dude de cómo hacerlo, pintar. El tema era arduo complicado “una montaña” una montaña enorme abrupta frente a mí, las nubes configuraban la filtración lumínica una y otra vez sobre la áspera roca, invoque que si mi futuro como artista sería el miedo no valía la pena crear como un autómata dibujitos lo que quería hacer de nuevo era, o tenía que contener alma, pero no sabía si podría así que mi interior apelo a lo más sagrado que acompaña el acto creativo a la “inspiración” así sucedió no tuve más contratiempos lo describo en mi narrativa y así doy fe, mi amante acudió solícita a retornar para ella, un trazo surgió como de la nada luego otros más le acompañaron dando forma y recordándome lo que siempre fui un loco creador inquieto, ahora vivo junto a ella o ella junto a mí en perfecta armonía y si siempre estaremos juntos creo que vino para ya quedarse.