Al comienzo el asombro de las manos
delante de mis ojos – movimiento
fuera de mí. Sobre mi cara el viento
entregándome a los aún lejanos
albures del tiempo. ¿O ya cercanos,
ya en mi reflejo? ¿Empaña ya mi aliento
el azogado espejo en que me miento
a mí mismo con mis rasgos humanos?
Acabo de nacer en mi mirada.
Soy dos manos y un cuerpo reflejado.
Soy dos ojos mirándose en dos ojos
asustados por ser otros: antojos
de esta cara del espejo: nada
más que un futuro cuerpo acribillado.