Rosa, cuando pequeña sólo sabía una cosa y era que quería ser feliz. Ella, no se daba de cuenta de su piel negra ni del desprecio que le hacían en la escuela. Hasta que un día, ella, Rosa, se le acercó a una niña blanca para jugar gallito y esa niña le gritó -“eres negra, no”. Y la otra niña blanca la defendió le dijo, -“eso es de mala educación despreciar a una niña por su color, sólo no juegues con ella, pero ella sí conmigo”-, desde ahí supo que algunas personas engañan, o que otras son hipócritas, y otras amigables, y que no todo en la vida podía conseguir. Rosa, mientras crecía, sólo se llevó el rechazo de alguna gente sin compasión y el desprecio de otros por su color de piel, y otros por su poca atención a clases y de debilidad ante una educación extremista. Rosa, se dió cuenta una cosa, -“ de ¿como sobrevivir en el mundo para éste tiempo y como podía ser feliz sin ellos?”-, se dijo, que primero, lo que hizo fue ignorar el discrimen, aunque por las noches lo que deseaba era explotar en su dormitorio por haber sentido por el día el desprecio de su piel y la otra una escapadita al lago más hermoso donde ella vivía ahora y sin nadie alrededor, era muy poco visitado. Rosa, en su mundo, sólo quiso ser feliz, pero, no halló nunca la magia de la felicidad. Una vez, se encontró en el camino con un muchacho blanco, y le canta un blues a la Rosa, que decía así, -“escóndete negra, negra fea, que mis ojos no te quieren ni ver, y todo porque eres negra, negra, negra, negra…”-, y el joven le cantó esa canción frente a todo mundo en la acera por donde ella iba caminando. Ella, llega a su casa, después de un día de labor arduo. Y sólo consigue tirarse a su cama en la habitación y llorar. Y se dijo, -“que nunca más nadie se iba a burlar de ella así…”-, iba creciendo y más se ponía más fea, su pelo rizado, envuelto con un pañoleta, y una estola en sus hombros, y así, iba y venía por los alrededores de la casa vieja del ‘60, con su nariz más chata, estilo de los negros. Sólo se reflejó su rostro en el lago aquel, de la DQ Avenue, donde ella residía ahora. Y se vió un rostro triste, compasivo, y hasta compungido. Cuando fue a una tienda para comprar un perfume en la perfumería, sólo quedaban un perfume y dos personas que lo querían ella y la otra persona de raza blanca. ¿ Cuál fue la preferencia aquí, a la blanca, no hubo ni un sorteo o una rifa para ver quién se lo llevaba?. Y la dependienta de la tienda, le dijo en voz baja, -“los blancos tienen más preferencias y ella se vé más elegante que tú, si quieres volver mañana por detrás de la tienda se rifan perfumes baratos”-, eso le cayó a Rosa, como una patada en el estómago. Y ella, siempre receptiva, callada, sin dar a respetar su raza, sus orígenes y hasta su nacionalidad. Era la época de 1960, y allí todos vivían como podían. Con la pobreza, trabajando, con diferentes clases de racismo, y hasta aún más con la posibilidad de extraer un poco de felicidad a su hogar. Ella, siempre la Rosa, como la rosa negra de aquel jardín. Cuya historia se la narraré. Un día creció una rosa roja en su jardín, en la casa vieja, alrededor de 1938, cuando ella apenas tenía ocho años de edad, su madre la conservó en el jardín, la regó y la puso al sol. Pero, algo pasó que la expuso demasiado al sol, y comenzó a marchitar y se tornaba cada vez más en color negro, pero, expedía un olor exquisito. Y ella, Rosa, la llamó la rosa negra, pero, sí volvió a renacer y tomó el color natural de rojo, otra vez. Era la época del ‘60. Rosa, tenía treinta años y bien cumplidos. Su madre murió hacía tres años antes de mudarse a la DQ Avenue. La extrañaba, como a toda madre. Pero, no se olvidó de que era negra, y que quería lo mejor para su conveniencia, hasta que un día busca laborar con el señor Francisco en la industria de información como un “Data Entry” ahora. Y se puso contenta por tener un trabajo, por que los anteriores, la discriminaron tanto por su raza negra que siempre se alejaba de ellos. Ahora, no, el señor Francisco era negro de color también como ella y se sentía a gusto. Y comenzó a laborar para él. Cuando llega una mañana, sólo llegó a ser la dueña y reina de la informática. Fue muy glorificante y hasta muy placentero para ella. Pero, adentrarse al mundo y conseguir lo que otros yá habían conseguido fue cuesta arriba.
Un día sale de su hogar hacia el convite negro. Allí, estaban todos de raza negra, y a ella le gustaba se sentía muy bien. Pertenecer a una asamblea donde su raza era defendida étnicamente, cultural, nacional y ante todos los blancos, inclusive ante los negros. En los predios de la asamblea cuando vá de camino a casa, la persigue un negro de la misma asamblea, para dialogar con ella, y presentarse ante ella. Y le dijo así…
-“Oye, yo me llamo Rigoberto y tú eres Rosa, ¿verdad?”-,
Rosa, le contesta:
-“Sí”-,
Y él, Rigoberto la invita a salir a tomar un café. Y ella lo acepta. él era un muchacho delgado, de apenas 35 años, que quería ser astronauta, -“pero, un negro astronauta”-, se decía él. Y entablan una conversación muy amena y a gusto. Y así, consigue lo que quería enamorarse de Rosa, de la rosa negra. Todos los momentos vividos en la asamblea y en el auditorio, les gustaba y todo porque se unían más sus corazones. Se hicieron novios, iban y venían juntos. En el convite negro, una vez, les llegó la noticia de que a un joven lo discriminaron por su raza negra en una heladería, burlándose de él otros jovenzuelos, diciéndole, -“¿por qué pides mantecado de vainilla, eso es color blanco, pide el de chocolate”-, y hasta lo obligaron a comer de chocolate. En este caso en particular vino a colisión para entablar una manera de expresión ante todos. Y el vicepresidente les habló así…
“...ésto compañeros, amigos y familiares, es sólo un vivo ejemplo, que nuestra raza necesita apoyo fundamental de nosotros mismos, ¿fue acaso necesario haberle hecho ésto a éste joven en una heladería?, pues no, estoy totalmente deacuerdo, nuestra raza negra, necesita libertad, derechos y ante todo respeto, su honra y reputación se hacen valer ante todos por igual, al que le guste o no…”,
Era la década del ‘60. Y Rosa, todavía sentía discrimen, se horrorizaba en verlo y sentirlo en las calles y más aún en sus horas de trabajo. Y se sentía no complacida del todo, sino triste de que existiera gente así. Rosa, se casa con Rigoberto. En una ceremonia íntima, después de un año de noviazgo. Y nace el niño Rigoberto, hijo. Un niño saludable, pero, sobre todo de color negro. Yá hacía meses, que había terminado su novela “La Casa en la Pira”, fue buena y tenebrosa, y a la vez suspicaz, una vez cuando le dió leche al niño sacó ese libro y lo leyó, que decía así…
“...siempre una parte de mi existencia quedará por siempre en éste brebaje para hacer que mi casa pueda caber en la pira, y ser yo más pequeña, las tinieblas negras, y la bruna en lempo color, quedaré atrapada en la pira y con mi casa bien edificada dentro de la pira…”,
Y así quiso ser Rosa, como la rosa negra, y como esa bruja ser pequeña en tamaño y caerle bien a todo mundo. Y dándole de beber al niño, pensó Rosa, -“si a mi niño le pasara lo mismo que a mí, me muero, ser discriminado no es bueno, si se le tiene agallas para enfrentarse en esta época y más”-. Rosa, siempre iba y venía con su esposo al convite negro y con su niño. Y lo fue educando con esa doctrina, anti racial, moralista, y con un alto ego de ser negro y de puro niche. Y creció el niño, fue aprendiendo, y fue más que un niño, fue dotado en la inteligencia, más que su madre Rosa, la rosa negra de aquel jardín. El niño sufrió los combates de discrimen por su raza también, pero, ése niño salió inteligente, en vez de pelear lo que hacía era educar. El convite negro los preparaba para ello. Y además les hacía tener un autoestima libre, y con mucho ego. Ella, Rosa, la rosa negra, quiso ser libre en verdad, un día llegó del convite negro y se encontró con un señor que estaba perdido por el lugar no lograba hallar el convite negro. Era un periodista, quería información del convite negro y hacer un reportaje para la cadena televisiva. Ella, Rosa, lo mira extraño, es un blanco aquí entre nosotros, pero además de eso no era su piel, era su labor, que estaba allí era por su labor, porque lo sentía Rosa, que estaba por salir de allí veloz y sin encomendarse a nadie. El presidente les habló de todo así…
“...gente negra, mi gente negra, amigos, compañeros y familiares, si nos dejamos pisotear nuestra piel, será como hacer desgarrar el alma al suelo, es como hacer que nuestra alma pierda su voluptuosa egolatría, es demasiado lo que hemos aguantado, nuestros derechos vienen y seremos más libres de alma y de espíritu, si así lo quiere el destino, cuando nuestros corazones sean limpios en verdad y por tanto querramos de igual manera al blanco, como el blanco nos quiera a nosotros…”,
Rosa, se indignó e interpretó todo aquello, y todo porque allí se encontraba en el auditorio un ser de raza blanca entre todo aquel montón de negros. Rosa, no era lista ni astuta, era débil de alma y de espíritu, pero, una persona sana y muy buena, pero, no podía aceptar lo que ocurría allí, se levantó y se expresó de tal manera que dejó boquiabiertos a muchos, y dijo así…
“... ay, gente negra, no todos son iguales, ni todos tienen los mismos sentimientos en discriminar a la raza negra, en denigrar a la raza negra, somos capaces de hacer, realizar y hasta hacer y pensar de igual modo como los blancos, los blancos, ay, de los blancos, despreciando al negro, pero no, no todos son iguales mis respetos para todo aquél que ama y respeta a la raza negra tanto o igual que a su propia sangre y más aún su propia raza…”,
Todos se levantaron y aplaudieron con el alma y más con el corazón. Mientras, ella mira el blanco en señal de reconciliación entre las dos razas. Y se acordó del negro, lo que dijo del ego, que también el negro tiene su altivez, su ego y más aún en ser idólatra de su propia piel. Y ella pensaba en… -“a veces la persona de color o de raza negra, desea enaltecer tanto, que raya en la egolatría y se vé o se siente mal. Es igual aprecio hacia la raza negra tanto como la raza blanca, hacia la raza negra. Es un amor sin condiciones, sin prejuicios, sin discrimen o rechazo, se debe de entretejer en una salvación de alma y de espíritu, tanto para el negro como para el blanco. Se debe de sublevar el sentimiento de saber que la raza negra es una pobre mentalidad y una falta de educación de otros hacia una persona”-. Y era ella, Rosa, la que pensaba así. La rosa negra, la que en su jardín creció y marchitó por tanto sol y que se quemó por el sol. Y que ella le llamó una rosa negra. Con lo que dejó dispuesto a ser como ella negra, tan negra como aquella rosa negra. Y se dijo que será tan bella como ella, pero, de alma y de conciencia ser buena a conciencia. Y su hijo yá tenía dos años, o sea, yá era el año 1962, y ella sólo tenía treinta y dos años. Y sacó su libro de “La Casa en la Pira” y leyó una parte que decía así…
“... la bruja más pequeña del mundo en la casa en la pira, pudo realizar el brebaje y bebió de la pócima aquella para poder vivir siempre dentro de la pira, como son los pasos a seguir y más nunca pudo salir de allí, a menos que alguien realizara la pócima al revés y poder salvarla…”,
Y, Rosa se imagina algo… -“qué será de esa bruja cuando quiera salir de su propia casa”. Cuando se electriza su piel, cuando decide navegar por el lago cerca de su hogar en la DQ Avenue. Y con su niño. Cuando quiso pasear en lancha por el lago, el señor que estaba allí, prefirió dar paso a una mujer blanca menor que ella y sin niño y todo por el color de su piel. Se fue de allí, dió media vuelta y escribió una carta al periódico nacional del país, exigiendo una disculpa del parque y todo porque el señor que le da los paseos allí, renegó de su piel negra cuando prefirió a la mujer blanca, y la carta decía así…
“...yo no sé cómo es posible que en un parque exista gente sin conmiseración alguna, despreciando y rechazando la piel de una mujer negra y con un niño en brazos, cuando quise tomar la lancha él prefirió dar paso a una mujer blanca cuando era mi turno a seguir en la embarcación…”,
Y prosiguió la carta hasta hacer explicación de su caso, y exigiendo una disculpa en carta por parte del parque. Y lo llevó a colisión y a ser ejemplo para otros casos en la asamblea y en el auditorio. Entonces, se llevó la gran sorpresa de que le llegó la carta, por parte del parque. Y la presentó con orgullo, haciendo valer la honra y respeto de su piel negra ante una asamblea que sí defiende a su raza negra. Es por eso, que ella dicta su oratoria, como decía así…
“...yo como mujer de raza negra sólo quiero ser defendida al poseer unos derechos sin ser raciales, como lo es poder vivir en la década del ‘60, como también tengo derecho de exigir que mi bienestar en sociedad sea lo mejor posible en poder vivir hacia un futuro mejor…”,
Y prosiguió con su charla como toda negra fijando su territorio y más aún sus derechos como mujer negra en vivir en una sociedad con conciudadanos que deliberen entre un bien en aceptar a su piel como una raza sin discriminar o rechazar o impartir prejuicio en contra de su piel sagrada, porque es como la de toda raza blanca. Y como decía su novela “La Casa en la Pira”...
“... sólo la soledad sabe de una verdad y es el silencio que se debate aquí entre una casa dentro de la pira, como es de saber que todo comenzó con un brebaje y fue una pócima que sólo logró hechizar a una pira y poder vivir sin discrimen por ser una bruja y fea…”,
Y ella, Rosa, se comparó con ella, cuando sólo se enfrío su manera de ver y sentir y percibir, lo que es el discrimen, lo que es el reflejo en saber lo que es el rechazo, y lo que es ocultarse en plena sociedad para poder conseguir una sola felicidad. Y ella, Rosa, fijó su mirada por la ventana y vió mucha gente pasar por el lago. Y se dijo ella, “qué sería de mí, si yo fuera como toda esa gente que vá y viene sin poder mirar la piel de nadie”. Y se petrificó más la espera por Rigoberto, cuando decide dormir el niño, cuando llega el hombre a su hogar. Y le cuenta a Rosa, cómo fue objeto de un discrimen en su labor. Fue un cliente a su trabajo, y en vez de que él lo atendiera, prefirió que lo atendiera su compañero que es de color blanco. Cuando él asintió con la cabeza y dejó pasar la gran oportunidad de su vida. Y dijo, -“no fui capaz de hacer respetar mi honor como hombre negro, y más aún esta piel y más no le dí esperanza a mi carrera para hacer sublevar con la gran oportunidad de mi vida en demostrar de lo que soy capazĪ -, y le fue contando lo que pasó en el día en su trabajo.
Al otro día, era el convite negro. Y él decide dejar saber al convite negro lo que le ocurrió en el día de ayer en su trabajo. Y el convite se expresó así por defender sus derechos raciales…
“...no es un juego señores, de ahora en adelante exigimos más derechos por defender nuestra raza y más aún en libertar a la raza negra de nuestros tiempos y más aún en ser a conciencia un hombre o mujer de raza negra y que nuestros hijos tengan la misma oportunidad que por el hecho de ser negro tenga equidad e igual distinción en todos los ámbitos…”,
Y quedó complacido Rigoberto con tal defensa por parte del convite negro. Que soslayó en penumbra y la vida impuso más derechos en los trabajos y para los trabajadores negros. Y no se debe de tentar a conciencia lo que pasó ésta familia, por salir hacia adelante. Rosa, una rosa negra, iba y venía de su trabajo al hogar en compañía de su hijo. Y sí fueron hechos discriminatorios en su camino, como es de saber y todo por ser negra de intacto niche. Cuando llegaba a su hogar, se encerraba en su dormitorio y le salían lágrimas de dolor. Cuando sólo quiso el tiempo en sanar esas lágrimas y secar como el mar en el desierto. Cuando se identificó el cielo como la noche oscura y que la luna es blanca como la blancura de sus ojos y como sus propios dientes. Cuando fue a la ventana a ver el cielo de noche con la magia de la noche a expensas de la oscuridad cuando se atreve a desafiar lo que es el mundo, pues decidió en no ser más marioneta de la discriminación de la década del ‘60. ¿Cómo lo haría?. Pues, enfrentando la burla, yendo poco a poco a cada rincón de la sociedad con una espada y si es necesario en contra la pared o caer desde lo más alto hacia lo más profundo de un precipicio. Es como llegar y poder albear el cielo de tinieblas frías como negras en el cielo. Es como ir y demostrar que no es piel nada más. Que es como enaltecer la vida y más aún la piel misma. Y en cada ser sin la sed debida, de querer una vindicta que cruce los parámetros de la estética de la piel negra. Y así quiso ser a conciencia lo que en el argot se debe olvidar de la palabra “discriminación”. Cuando quiso ser a conciencia lo que en el pasado no cumplió con su prometido, defender a cabalidad su raza negra. Y se fue por el tiempo, cuando quiso ser más o menos y dibujó un corazón en el cielo negro, un corazón de color rojo, como aquella rosa roja en el jardín, en el huerto de su casa vieja de 1960 y que el sol la quemó con su poder y sus rayos potentes de luz. Y fue y quiso ser una rosa negra, la Rosa, como se llama ella. Y se levantó de la cama y se dijo, “basta yá de rencores y de miedos”, cuando quiso ser más de lo que era, una negra de piel negra. Y se fundió en calor lo que eran fríos. Cuando al otro día, se enfrentó a un blanco en la misma DQ Avenue. Y le dijo…
“...como no es usted quien está del lado de acá, soportando sus insultos y su discriminatoria jerga de bandido de calle, pues le digo que sea la última vez que me lo encuentre en la DQ Avenue, asaltando con sus palabras a una persona de color, cuando usted lo que le sale de la boca es lo que caga por detrás…”,
Continuará……………………………………………………………………..