Caminaba el rey león
arrogante por selva,
entre tanta madreselva
y palmeras a montón.
De pronto salió un hurón
retozando entre la yerba,
aterrorizado observa,
con desconfianza al tirano .
Éste al mirar al enano
le pregunta de repente:
¿Quien es el rey de la selva?
(Y en el acto se exacerba,
mostrando sus fieros dientes)
El hurón, tímidamente:
le responde: Ud. Señor,
es el rey, el superior
es el jefe, es el que manda
y su corona le engranda
perfecto, mi emperador.
Satisfecho el rey león
sigue raudo su trotar
sin dejar de preguntar
con razón o sin razón
a todos sin distinción,
y responden con pavor:
“El rey es usted señor”.
“Tanto fue el cántaro al río …”
que se metió en un gran lío
por déspota y malhechor.
Encontró a un elefante
y le preguntó lo mismo
con confianza y optimismo
este rey león pedante.
No se inmuta aquel gigante,
por esta interrogación,
pero al notar la intención
de este león presuntuoso,
se acerca muy cauteloso
y lo alza con el trompón.
El rey cayó mal herido,
rebotó como pelota,
y aceptando su derrota
refunfuñó entre quejidos:
¿qué pecado he cometido?
Que me golpeen ¿por qué?
Si yo solo pregunté
Quien es el rey de la selva
Si ya no quieren que vuelva
me voy y no volveré.
Eugenio Sánchez Bacilio (Perú)