Horas y más horas; horas de ti, solo de ti.
Horas en la madrugada, al amanecer, al atardecer...
Horas contigo y sin ti. Horas para ti aún en tu ausencia
ya casi aceptada. Horas de honda melancolía
en que ya no es de noche ni de día:
son horas sin ti pero contigo.
Horas las que faltan para que vuelvas sin saber
qué garantía hay de un volver tras horas sin ver
tu mirada, sin escuchar tu voz.
Horas: horas robadas a la estancia de un sueño,
al abrazo de una almohada a la
que queda acariciar si no estás tú.
En tu presencia eres,
en tu ausencia estás
Lázaro.