Manuel Acón

LIBERTAD

“Para la libertad sangro, lucho, pervivo\"
Miguel Hernández

 

Nos engañaron.

 

Tejieron una mentira demasiado grande
como para que no nos diésemos cuenta de que estábamos atrapados,
y siguieron repitiéndola
día a día,
noche a noche.

 

Se aseguraron de echar cal sobre nuestros ojos,
de mancillar cualquier ápice de libertad
para hacernos creer que este conjunto de mentiras maquilladas era la vida.

 

Pusieron un mantel encima de toda la mierda,
y cuando apenas cabía un gramo más,
cambiaron de mesa.

 

Llamaron quimera a los sueños
y utopía a luchar por ellos.

 

Fueron los mismos que se olvidaron de la piel y destacaron su color.

 

Convirtieron la esperanza en números para darle un precio a todo.
Una a una,
fueron colocando las piedras que construyen este mundo.

Y de esos barros
son estos lodos en donde nos ahogamos,
en los que no nos importa aplastar a otros para respirar mejor,
porque eso, también nos lo enseñaron.

Aprendimos a masticar la miseria como quien tiene un caramelo entre los dientes.

 

Se atrevieron a decirnos cómo ser hombres:
indolentes,
fuertes,
sólidos.

Y cómo ser mujer:
sensible,
vulnerable,
frágil.

 

Crearon todas las reglas del juego
y no les importó quién estuviera al otro lado
porque ellos siempre ganaban.

 

Escribieron la historia
con la sangre de las heridas que nos hicieron.

Inventaron el camino que debemos seguir,
y no conformes con tanto
quisieron que dejáramos los sueños a merced de sus intereses,
que abandonáramos la esperanza en cualquier contenedor,
porque esto
-todo lo que te rodea-
creen que les pertenece.

 

Nos hicieron creer
que nuestras manos eran suyas
y nuestros logros también.

 

Pero olvidaron lo más importante.

 

Porque hubo quien escucho el eco de los grilletes
chocar con las esquinas del planeta
y se levantó.

Hubo quien decidió sublevarse ante lo dicho,
mirar de cara al miedo
y ser fiel a aquello que nunca lograron conseguir

 

      ni quitándonos la vida.