Aún obedezco
a la llama desigual
de mi oscura caligrafía
que nada espera
sino su propia desmesura
cata de emociones epistolar
de obscena relectura
la belleza sin retorno
calma mi sombra
en nombre del espanto
que adorna con ahínco
el grito blanco
yendo a la muerte sin tapujos
impregnado de la soberbia del pájaro
las destrezas del aire
son el epílogo soñado