pablo beltran

UN REPARO

Para escucharte no bastan las horas tranquilas de la mar

el sobrio rojizo en la tarde caribeña al desbaratar

en el paso uniforme de centauras avecillas del norte

que traen raudos corpiños celestinos fresca blanca nieve

de vuelo circular, buscando el sol que del horizonte cala

en la cintura fría del grisáceo y la soledad magra.

 

Tétrico mi pensamiento, la profunda noche era solera

envejece la lúcida hora de tu palabra pasajera

cuando, separada del sol, de las montañas, de ficta mente,

trazaste con pincel desaforado un suspiro impertinente

sobre el perturbado rostro de impetrada y asida inocencia

al breve instante del sol, el atardecer que vive desquicia.