Con su cuerpo menudito, quien la vio,
con sus diecisiete años,
con su maletita pobre
con su corazón dividido
entre la pena de dejar
su infancia allá en su terruño
y el deseo de empezar
días mejores en la ciudad.
Estudiaba en las mañanas,
trabajaba en las tardes,
compartía sus anhelos,
sus angustias, sus temores
con quienes la conocíamos.
Anita era su nombre, dulce
amena y menudita, como
una pequeña florecita.
Tez morena ,cabello muy rizado,
ojitos redonditos mirada
de niña buena con un halo
de tristeza, de recuerdos campesinos
de su madre, bajo tierra
de su padre indiferente,
que dejó que se marchara
sin importarle su suerte.
Anita estaba en este mundo solita.
nos hicimos amigas cómplices compañeras,
apoyó en mi, su destino
yo me apoyé en su dulzura.
¡Anita! mi triste niña mi dulce
y querida niña, se fue quedando en mi vida
yo me quede en su partida.
el amor la encontró
en el doblar de una esquina.
con fervor se entregó,
y con su amor se marchó.
decía que era feliz muy feliz
y yo feliz con su dicha ¡ay mi niña!
esperaba un niñito estaba embarazada
y muy feliz me decía que yo era la madrina.
¡ay mi niña!, cuando volví a saber de ella,
fue fatal, fue una de esas amarguras
que me asaltan que me apagan.
al día sigiente de nacer la criatura
mi niña se me moría , lejos de mi cariño
y no pude despedirme ni decirle nada,¡ nada!
se me fue mi linda amiga,
se marchó con mi alegría.
Hoy la recuerdo y lamento
de no poder hacer nada
desapareció el esposo
se llevo con él al niño
y nunca más supe de él
yo sé que desde el cielo
ella lo ve,
solo espero que no me reproche eso
de no saber donde encontrar a su pequeño.