De tanto jugar a mirarnos, de tanto mirarnos sin jugar es que se nos hizo el día y no nos dimos cuenta, no nos dimos cuenta que nos escondíamos del mundo juntos para formar un universo paralelo de los dos, de nuestras manos, de nuestro tiempo en el reloj volviéndose arena.
Y los gatos en el tejado, y las hojas cayendo, todo en el orden preestablecido, todo girando alrededor del sol. Mientras en una habitación nos dejábamos aplastar por el cielo para armar estrellas con los pedazos, construíamos el puente con los retazos de las vendas que nos quitamos.
Los hilos rojos nos llevaron y nos trajeron a esta época de la historia en la que nos elegimos para el presente, nos miramos en el pasado y nos conocimos con errores y aciertos y con miedos y con valor. Nos elegimos con oídos atentos, canta para mí, cantaré para vos.