Con su paso dibujaba
recuerdos y añoranzas,
y su pelo jugueteaba
con el viento que le acariciaba.
De su pecho aromatizada
dejaba su aroma y destello,
cuando con elegancia caminaba
por esa calle soñador y plebeyo.
Era, era su mirada
magnolia, y si sonriera
se engalana,
al ver a su amado por la vereda
que con un beso matizaba
su amor limeño,
su amor, su amor limeño.
Y por esa callecita secreta
así se amaban, y si los vieran,
ay si los vieran
cruzar la callecita hacia la Alameda
de florestas que embelesan
su amor limeño,
su amor, su amor limeño.