Sus amargas penas el liróforo cantaba
a la aromática aura del florido arrayán,
volaban inmersas en delicadas fragancias
de odoríferas rosas y de flor de azahar.
Sus lastimeros suspiros el aire besaban
como las hojas acaricia el viento al pasar,
en pos de sí una luminosa estela dejaban
que resplandecía como una estrella fugaz;
su larga cola era de rubíes y esmeraldas,
era de aromas de azucena e hilos de azar,
era de dulces sueños tejidos en el céfiro,
era el amor que ardía en las olas del mar;
su larga cabellera era el alma del poeta
que en la noche eterna no dejaba de vagar.