El sol poniente se deshoja
la noche lo abraza con cautela
cuando las azules estrellas brotan
y la luna a los amores enmiela.
El tibio ocaso refleja
las nubes rosas que quedan
de las que se escucha una queja
para que las penas no lluevan.
De los ángeles se escucha un cantico
para los corazones que llevan
amor puro y sosegado.
Porque de ellos se espera
reciprocidad de lo que se les ha dado
y que del amor sean la bandera.