A-
En edad de juegos
fui imaginación infinita
y la soledad
mi obligada compañera.
¿Cómo comprender
que nunca me hablaras?
¿Cómo aceptar que siendo yo
jamás me pudieses defender?
Peleas ¿qué fueron de ellas?
celos, tal vez,
mas si los tuve, los obvié.
En edad de amigos
fui diversión y tormenta
y en soledad
el héroe de tus sueños.
¿Por qué soportar
no poder contarte mis secretos?
¿Por qué permitir
convertirme en un hombre y tú....?
Envidias ¿qué fueron de ellas?
rencores, tal vez,
mas si los tuve, los evité.
En edad de amores
fui tango y bolero
y tu soledad
mi realidad afligida.
Contigo dime:
¿dónde y cuándo podré
compartir mi alegría?
¿dónde y cuándo podré
desahogar mis enojos?
Reproches ¿qué fueron de ellos?
frustración, tal vez,
mas si la tuve, la rechacé.
B-
Increíble parece pues
no ignoro las horas ni los años.
En mi mundo hermano,
he aprendido a saborear
inviernos y veranos
con sus noches temidas
y sus días codiciados.
Y en mis tranquilas lagunas,
ver en ti la sólida nave,
la llave sigilosa, silenciosa
de mis ininteligibles dudas.
Lazarillo de mi existencia
te tornas en la continua
fuente de mis gozos, de mis risas,
de mis abrazos festejados
los domingos y sábados,
en cumpleaños...en Navidad.
Y, ahora que por desgracia asumí
no ser el dueño de mi amanecer,
voy creando fecundos pétalos
de una inagotable margarita
que nunca descuida mi
saber esperar y desesperar
con un ahora no...ahora sí.