A dos leguas de Yaiza, en el volcán,
la tierra enfureció en un instante,
por el cráter lanzaba las cenizas,
el cielo ennegreció amenazante.
Seis años de erupciones y de lava,
destruyeron sin piedad a varios pueblos,
Obligando a sus antiguos moradores,
a dejar sus terruños y sus techos.
Las tierras de cultivo se perdieron,
las gentes emigraron del lugar,
allí llegó después la hambruna,
al guanche no le pudo doblegar.
Los volcanes tras seis años se apagaron,
las raíces comenzaron a brotar,
conejeros entregados a sus tierras,
con su esfuerzo las pudieron reavivar.
Ya vuelan guirres y guinchos,
cernicalos y otros alados,
en el agua el jameíto,
los jureles y lenguados.
Lanzarote ha renacído,
sin volver la vista atrás,
ahora es orgullo canario,
es un ejemplo en el mar.
En la Géria malvasía,
un vino de calidad,
el picón guarda el secreto,
para obtener la humedad.
En Haría las palmeras,
volcanes en Timanfaya,
en Arrieta aloe vera,
y en los Ajaches las playas.
Para dar brillo a la isla,
llegaba César Manrique,
para ensalzar con su estilo,
Los Jameos y Tahiche.
Desde el Mirador del Río,
las vistas de La Graciosa,
en la Cueva de los Verdes,
la Atlántida fastuosa.
La virgen de los Dolores,
una fiesta con arraigo,
los canarios con sus trajes,
peregrinan a Tinajo.
San Ginés y Carnavales,
para tomarse un sancocho,
es un plato contundente,
con pescado, mojo y gofio.
J. Piñeiro