Callaron los grillos de repente,
reina un extraño
silencio en el monte,
el aire no quiere correr,
y hasta los pájaros callan.
Ni un murmullo, ni un suspiro,
crecen y crecen las sombras,
los colores escapan.
Ataca la noche
como un cristal roto.
Fuego cruel,
fuego de negro colmillo
que va mordisquiando mi alma,
sacando mi sangre,
buscando nido
y refugio en la nostalgia,
secreto arañazo
que marca mi alma,
y poda las últimas ramas
del árbol que me mecía
en sus brazos...
Caigo desde la altura, caigo
me voy hundiendo en el hojero...
Creo que despierte, creo,
descubro su vida en mis manos,
su vida en mi piel,
su rostro en cada estrella,
su vida a mi lado.
No se si estoy despierto, no se,
pero quiero estar con ella.