ivany Cristina V.

Ella

Allí siempre estaba ella...con su tierna luz y su viento frio. Lograba afluir por la ranura de mi ventana, tropezandose con mi rostro apagado, cansado de dormir pero sin levantarse.
La esperaba todas las noches cuando el día hacía su despedida. Mis ojos se abrían y la contemplaba, como una amiga que sonríe y dice que todo estará bien.
Le agradecía por consolarme y saber acariciar mi alma cuando más lo necesitaba; mis pestañas se humedecían, y todo lo que había soportado en silencio, se convertía en lágrimas.
El vacío se apoderaba de mi pecho de nuevo, pero esta vez era diferente, porque ya no estaba sola. El llanto que emergía difuminaba mis heridas, que sin entenderlo ocupaban mi mente de una manera que solo ahogaban mi felicidad y mis expresiones falsas de ella.
Me acompañó tantas noches, hasta aquel día que mi alma ya no lloraba, que no la necesité; y sin despedida, ella se ocultó para siempre.
Ahora todo es oscuro, allí donde la esperanza solía nacer, allí siempre estaba ella, estaba...