Y se repetirían esas tardes resplandecientes del verano una y otra vez:
Él entusiasmado la seguiría esperando con el desespero desbordante de su profunda mirada.
La observaba al pasar en absoluto silencio bajo la sombra protectora de su árbol compañero y testigo mudo de su perseverancia.
Ella:
Pelinegra, de ojos de miel, labios de terciopelo, y mejillas sonrojadas por el calor con su firme trote de felina en celo pasaba consiente de que era observada como se observan esas estrellas fugaces en noches de plenilunio.
Él;
Desde la protección de su árbol confidente ve todas las tardes regresar de su trabajo a su pelinegra de ojos de miel y labios de terciopelo.
Cada tarde la ve pasar, con su felino andar la observa como pidiendo de su cuerpo apaciguar el calor que lo atormenta en sus frías noches de soledad.
La mira con ojos de ansiedad y le pide al cielo que las tardes sean más largas y su andar más lento para tenerla más tiempo en el Limbo de su imaginación
Después de su fugaz pasar; le queda la sensación infantil de que aquellos ojos de miel y labios de terciopelo avivaron más las brasas de su alma y le dejaron esa fragancia de rosas, hortensias y magnolias flotando como aura incandescente a su alrededor
Pero el desesperadamente nota como va pasando el verano y se acortan esas tardes de cielos azules interminables, y mueren esos anocheceres en el silencio triste de su esperanza, y llegan esas tardes grises del invierno, y desde la protección de su árbol de secretas confesiones no vuelve a contemplar su caminar de tigresa en libertad , ni a admirar su cabellera azabache, adornada por labios aterciopelados y mejillas arreboladas.
¿Y será acaso que no volverán a mirarlo esos ojos de miel porque ella con su negra cabellera y rojas mejillas se convertiría en eternidad de sus tardes interminables al amparo de su árbol testigo de esperas estériles porque su niña de negra cabellera y ojos melados como perlas encontró en la protección de otro árbol al tórtolo que tejería con su lacia cabellera el nido de amor en las noches invernales a la espera de esas tardes de azul cielo en el verano de su felicidad?
Pero el: solo y triste, La seguirá esperando como esperan los rojos tulipanes a sus mariposas encantadas cada verano en sus migraciones.