Si te tomo, por debajo de la piel,
y te sorbo la mirada,
los huesos redondos: Mundos.
La perpetúa moción de tu corazón
enrollada en la luz de la casualidad soñada.
El insomne aroma de tus cabellos al viento,
que roe todo bronquio con tu nombre, tuyo, tan tuyo,
como mío, como incesante: Incontenible.
Por tu huella nómada, felina por la cordillera.
Cómo avanza esa pupila sin dudar ni un instante,
sin demorar nada, y nada que no inventes con tus ojos.
Ansiedad que te comes en los labios,
de sed insaciable, de lado a lado, de ti a mí: viceversa.
Puente-mesa-¿qué faltó?-¿qué llegó?
¿Acaso color detrás de cada aurora?
─Sí por sí más sí, y SÍ.
Contorno que torna a mi silueta.
Canción que fluye por las venas, tórrida melodía.
Agita la realidad, para que desaparezca esa brevedad,
melancólica brevedad de dos en su fragilidad,
sin atajos a sus adentros.
Toma totalidad, crece en cada centro.
Hacia adentro,
tan dentro que no vuelvas fuera.
Tan dentro que ya envuelta no te detengas.
Tan prisionera que seas libre: Dentro.
Tan libre que te quedes.