Argolla de la nieve dominada
en la luna arañada entre la sombra
del laurel que gérmina sin tenerse
en la triste cabeza del que llora
Los días de luz deshilachada
hechos por la fatiga sobre el muro
en la hermandad secreta del agua sumergida
machacándo sin piedad a aquel que llora
No volverás del fondo de las rocas
de la muerte que un día te llevaba
y ni aún tus verdugos no entendían
porque el estandarte nunca llora
El hambre estaba allí, desmantelada
por aquellos que soñaban en la gloria que no era
y avanzaba hundiendo puñales como garras
en la sangre tan noble devorada
Gritando en un tiempo tan oscura
la ley sin piedad se les mofaba
y es triste el escarnio de la vida
cuando ves la fe desmantelada