Hubo un amor muy profundo
y un corazón destrozado
que triste y meditabundo
se sintió tan desgraciado
que se fue a rodar el mundo.
Iba dejando sus huellas
con sus rastros de tristezas
por aquellas horas bellas
de esplendor y de grandeza
cual lumínicas estrellas.
Aquel delirio bendito
que lo llevaba hasta el cielo
un día quedó marchito
y el dolor rompió su vuelo
cual un aluvión maldito.
En sus largas caminatas
por los valles de las penas
sentía flechas ingratas
que cercenaban sus venas
cual dolientes serenatas.
Sobre los lienzos rasgados
de recuerdos dolorosos
miraba siempre grabados
los momentos mas hermosos
de días con luz bordados.
Era un amor que soñaba
con los jardines destruidos
pensando que caminaba
entre claveles floridos
con la mujer que adoraba.
Llevaba en el alma inscrito
con tinta de dolo y llanto
aquel nombre tan bonito
que fue motivo de encanto
y luego sayón maldito.
De amores tan encendidos
se forman grandes lagunas
donde navegan perdidos
entre fulgores de lunas
los sueños desvanecidos.
Y tejió sus triste historia
con hilachas de ansiedades
que guardaba en su memoria
porque llevan las verdades
de la dicha transitoria.
¡Mas siempre quedan escritas
con luces iridiscentes
las pasiones infinitas
con nimbos fosforescentes
que fueron flamas benditas!
Autor: Aníbal Rodríguez.