Y nos abrazamos,
como si el mundo fuera solo para dos,
como si el tiempo se detuviera solo para dos,
como si la vida dependiera de aquel momento
y nuestras lágrimas, sudando el mayor de los deseos,
cayeran sobre nuestros cuerpos dibujando una ilusión
que por años saboreamos en secreto.
Y nos abrazamos,
sin pensar que después de tanto anhelo,
el golpe de una sensación llena de glorias
podría brindarnos el sabor del amor eterno.
Y nos abrazamos sí,
sin medir consecuencias, sin medir riesgos,
sin pensar que mañana podríamos sentarnos junto al fuego,
dibujar sonrisas sobre los más bellos recuerdos,
planificar juntos una vida,
darnos cuenta de lo lindo que fue ser tan irresponsables
y... ¿por qué no?
Abrazarnos nuevamente y enamorarnos de nuevo.
Eric Rancol González.