El verde terciopelo viste suaves colores
entre el velo azul de la rosácea alborada,
son tenues pinceladas de cálidos aromas
que tiñen de tierna luz los campos esmeralda.
En el vaporoso vaho los vencejos escriben
sus nombres con los jeroglíficos de sus alas
y las doradas abejas susurran canciones
mientras liban néctar entre flores de oro y ámbar.
Una delicada aura se mece sobre el río
y en efímeros bucles riza el cristal plata,
las dulces notas que ha portado el cálido céfiro
sin prisas se las lleva la corriente del agua
y en pos de sí van flotando mis amargas penas
que se esfuman en las azules sendas del alba.