despertar, prender un cigarro, hacerse uno solo con la amargura del café
y perderse en el fondo de la taza, en definitiva, ya no es igual.
el fondo rebosa el borde y se empapan los dedos
y todo es pegajoso, las excusas, el tiempo, el supuesto olvido, el día, la inesperada oscuridad de la noche, todo menos las babas que no existen
y la ansiedad me mata pero en la ausencia del humo solo me ahoga el recuerdo que dibujan las burbujas
y sin sueño arriamos unos besos que no reciben los labios ásperos del café .