El agua salta y brilla en la fontana de tus ojos,
ahogadas están las joyas de tus pesebres matutinos.
El crepúsculo va con demora y crines de briosos caballos
se amalgaman reteniendo olas descomunales de sal marina.
Herramientas salitres le robamos a las aspas del molino,
nuestra vasta intimidad buscó campos sin abrojos.
Precursores adalides íbamos distrayendo el ocasos
perdidos en planos nítidos chispeó el punto balanceado de partida.
Nos tuvo paciencia el arenal súbito del destino
ignorando condenas sin reproches al espejo,
fuimos protagonistas de cien batallas náuticas
cuando tu rosal maduro exhibió su flor nudista.
Abrimos cien botellas de vino en nuestras bocas
y el humo del incienso iluminó el cálido Jacinto,
telaraña de sudor resaltó el jugueteo enardecido
y la noche curva fue ahogándonos en copas tintas.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- A publicarse en julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
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