Ayekan

Cristalería fina.

 

Una gota cae en mi cabeza. La gente comienza a mirar al cielo;

segunda gota en mi cabeza, la gente comienza a protegerse

tercera gota, la gente que lo tiene, abre su paraguas.

Cuarta gota, le gente apresura el paso,

quinta gota, la gente que, “como yo”, no tenía paraguas se refugia en algún alero.

Corro; ya no quiero mojarme más

Corro; ya no quiero denigrarme más,

Corro; ya no quiero ser humillada, aplastada

como siempre lo han hecho,

ya no quiero que desprecien mis derechos,

ya no quiero que desprecien mi persona,

ya no quiero que desprecien mi valor,

¡ya no quiero que me desprecien!

 

Llueve a cántaros en la ciudad,

corro, un hálito desenfrenado,

un hálito rumiante me persigue.

Estoy exhausta. Exhausta y empapada.

Al fin un refugio, penetro en la muchedumbre guarnecida en la parada de autobuses,

me integro a quienes “como yo”, se dirigen a su morada

otra vez “como yo”

¡pero si nadie es como yo! ¿Qué cosas digo?

nadie es como yo, al menos en esta comuna,

al menos en este barrio,

al menos en estas calles.

Y me lo hacen saber, me dan a entender su clase,

me dan a entender su categoría.

Ellos están en la cima y yo en su homófono,

¡como si fuera ignorante!

es cierto que no tengo sus estudios,

es cierto que debí cambiar la montaña de libros por la montaña de ropa en el planchado

es cierto que no terminé el colegio.

También es cierto que los cuadernos no traen el pan a la mesa.

Y eso ellos no lo saben.

No lo saben o no lo entienden.

Pero yo lo sé; y sé lo que a ellos les falta,

humildad, sencillez.

Aprender a escuchar.

Aprender a ver

Aprender a aprender sin que te enseñen.

 

Yo sí tengo lo que ellos desean, felicidad

Tendré hambre, pero me sé saciar

tendré vacíos, pero no vivo vacía

tendré pocas cosas, pero sé lo que tengo.

Tengo lo que a regañadientes me han dejado,

tengo lo que han intentado quitarme, pero que protejo como si fuesen cristales,

aún guardo mi dignidad.

Cristales, ¡claro!,

frágil es como cristales,

mi dignidad es tan valiosa como un cristal,

más valiosa que sus infinitas copas de cristales importados,

más valiosa porque yo tengo una sola.

Única, que vale más que una entre tantas más.

 

A la distancia, mi bus

me esperan 90 minutos de viaje,

viaje a mi hogar, donde los míos

donde los míos me esperan con sus caritas agotadas sí, pero sonrientes,

con sus estómagos hambrientos brincando a mi alrededor,

viaje hacia mi hogar, pequeño pero reconfortante,

viaje hacia mis hijos,

viaje hacia mi medio,

viaje hacia mi entorno,

viaje hacia mi familia,

viaje hacia lo que soy con ellos

viaje hacia lo que soy.