La innata candidez que tu atesoras
con lasciva mirada te arrebato,
y no en la posesión de un solo rato
sino en perpetuo dueño de tus horas.
La fútil resistencia que tu añoras
en rendición total ya fue menguando
y el amor absoluto va medrando
hasta que el frenesí te deja yerta,
al verte estando así , semicubierta
tan solo deseé seguirte amando.
Suplicio inexplicable experimento
en esta la verdad, que me supera,
en una infatuación tan solo queda
la gran felicidad o el cruel tormento.
No deseo tristeza ni lamento
y acojo las bondades de esta vida,
mi mente y corazón en estampida
ante el naciente amor que ahora siento,
y así hilvanando cada sentimiento
ofrecen ante tí , mi pobre vida.
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