Dile que me muero, dile que se ha ido
el collar de plata que mordió los fríos.
Dile que la sombra de sus ojos fríos
está derritiendo este mundo mío.
Que ya me consuelo con la luz del día
y que me declaro sin ninguna herida
aunque esté mi pecho sangrando dolido
por las puñaladas que me dio su olvido.
Dile que está roto el cordón de plata
ese que se unía a la gran fogata
y que nos vertía en ríos furiosos
en rojo pasión que enlazaba audacias.
Beatriz Ojeda
Copyrigth 2008