Sentado al borde de mi existencia deshojo las margaritas del tiempo.
Lento veo caer sus pétalos mecidos por el suave viento.
La soledad sentada a mi lado, susurra palabras de aliento,
mientras oro en silencio, tratando de expresar lo que siento.
No puedo más que agradecer y no caer en la tentación del lamento.
Me fui forjando a través del dolor, la incomprensión y del sufrimiento,
sin olvidar las dichas, las alegrías, pues no fueron pocas, no miento.
El amor no ha faltado en mi vivir, es un fuerte cimiento,
que me ayuda a madurar favoreciendo mi crecimiento.
Aprender no es fácil, requiere caminar a paso lento,
al lado de los amigos y amigas que son un gran sustento.
Espero seguir adelante, mejorando y no morir en el intento.