zeda del rey

Donde no habita

Sí hasta el bolero más fino

Estrépito a la voluntad.

La voluntad de verse vencido,

Tuvo que haber sucumbido;

A la fidedigna verdad.

 

!Ha, qué va¡ En gloria estés y cielo te conserves

Que los ópalos de sílice amanse tu rubor

Para que aumente su valor; pero, cuídala Hermés.

 

 

Tú tienes la piel que mereces

Yo a la soledad que, en fin, pertenezco.

Porque Dios no habita donde no se le teme.

Cuero húmedo de hiel, que compadezco.

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