alupego (Ángel L. Pérez)

QUE NO SE APODERE EL GRITO

QUE NO SE APODERE EL GRITO

Que no se lleven los gritos,
el pensamiento y la idea.
Que no se apodere el ruido,
que la furia se detenga.
Que no ensordezcan los truenos,
el sonido de la tierra.
Que el conocimiento nazca,
en la muda duermevela.

Que no se calle el poeta,
que su voz sea fuerte y sabia.
Que penetre en los oídos,
con la fuerza necesaria.
Que roce los corazones,
como una mano materna.
Y sea el bálsamo su canto,
que a la verdad engrandezca.

Que no oculte el ruido el rumbo,
de la vida que navega,
en pos de una senda cierta.
Que el canto sea el vigía,
que los amores contempla.
Silencio dijo la voz,
escondida entre los labios.
Que el grito no acalle al sabio,
que busca la senda auténtica.

Silencios y voces quedas,
salidas del corazón,
para hablar con las estrellas.
Susurros entre los mundos,
ahítos de voces nuevas.
Solo gritos del nacido,
soñando una vida nueva.
El sol se asoma sin ruido,
a los bordes de la Tierra.

El silencio dice tanto,
como la voz que se altera,
al sentir el dulce llanto,
de la vida que se crea.
Silencio en los arrozales,
solo el ruido de la hierba,
creciendo entre la hoja seca.
Como una voz que se acerca.

Labios que susurran cantos,
cuando a otros labios besan.
Como los sedosos pétalos,
de una rosa en primavera.
Se llenaron de silencíos,
los campos y las fronteras,
si el Hombre busca en la noche,
una vida que le quepa,
en su tremenda tragedia.

Que no se apodere el grito,
de pensamientos e ideas.
Que el viento solo acaricie,
que no atruene la tormenta.
Que lo falso no ensordezca,
a las verdades auténticas.
Silencio dijo el amor,
preso en su densa placenta.
A.L.
http://alupego.blogspot.es
24/05/2019