Soy culpable.
De querer la lluvia a media noche
de vestirte con burbujas de jabón
de invocar las olas de la tormenta en la bañera
de arrebatarle la felicidad a Trump,
no hay barreras que nos superen.
Sí, soy irremediablemente culpable
de querer futuras mañanas a tu lado
de seguir siendo una indigente en tu amor.
Culpable alma mía,
corazón con fé ardiente
al desear lo que fue un encuentro
en algo permanente.