La poesía es una fiesta,
un banquete de la sensibilidad.
Prefiero, por lo tanto, no escribir poemas
cuando me encuentro triste;
es un desplante que los dioses
jamás perdonarán.
Viva entonces el amor,
el mar, la tarde, la noche iluminada
por los astros de la poesía.
Vivan las cordilleras,
los lagos y los ríos,
las tupidas selvas, los desiertos
y este indomable corazón baldío.