En medio de tormentas invernales,
sintiendo del amor su dulce encanto
gocé de las pasiones tropicales
su fuego mas voraz y sacrosanto.
Bebí de frescos senos, muy sensuales,
el vino que inspiraba regio canto,
surgía de mi mente por caudales
quitando por completo el desencanto.
¡De labios de fantásticas doncellas,
henchidos de calor, y de ambrosía,
en noches muy pletóricas de estrellas
brotaba mi mas bella poesía;
y lleno mi cerebro de centellas
la gloria de este mundo yo vivía!
Autor: Aníbal Rodríguez.