Me he sentado a charlar con la luna,
Y le he contado que algo me abruma;
Un triste recuerdo que envejece el alma,
Una imagen que me quita la calma.
Esa voz que me arruga el corazón,
Esa sonrisa que me atormenta sin razón.
Anochece y el silencio se hace eterno,
Y en la soledad tu recuerdo es un tormento.
¡Oh! Tirano y cruel corazón,
¿Por qué dejas que me nuble la razón?
Y que me atormente sin razón,
El rostro de la desolación.
¡Oh! Luna bella y preciosa,
Dile a esa flor hermosa;
Que me retiro triste y deprimido,
Porque, aunque acepté que ella no me quiere,
Y decidí dejarla para siempre,
Todavía le pertenece este corazón perdido.